jueves, 15 de enero de 2015
EL FLORECIMIENTO DE LA CONSCIENCIA EMOCIONAL.
Hay una gran mayoría de seres humanos hoy en día que se cuestionan o han cuestionado su forma de vida, cuestionando que tal y como la vivimos carece de sentido.
Y no me refiere a la visión despectiva de " los valores se pierden, la sociedad se despedaza...etc." No tiene nada que ver con esto, sino con una eclosión, un florecer de algo nuevo, distinto. Tiene que ver con la flor que forma las hojas verdes que después sustentarán la flor por debajo de ella, esa primera etapa que permite la existencia de la flor en todo su esplendor.
Para el ser humano siempre han sido sufridos, traumáticos y difíciles todos los resurgimientos, todos los florecimientos de algo, todo aquello que conlleva un cambio profundo en nuestra idea del mundo y el universo siempre ha chocado con un muro construido a base de miedo y de "no puede ser así".
Nuestra experiencia acerca de eso es la clave, podemos leer, escuchar, conceptualizar acerca de ello, pero mientras no tengamos la experiencia, mientras no la vivamos en nosotros, no existirá como realidad para nuestra conciencia. Para esto es indispensable empezar siendo honestos con nosotros mismos, completamente honestos, en el nivel en el que estamos, y habitualmente estamos anclados en el nivel emocional, adictos a las emociones, a las que catalogamos como "buenas" o "malas". Unas las queremos perpetuar, y las otras las queremos bien lejos, lo más lejos posible.
Hoy día que tanto se habla de pasar de la tercera dimensión, a la cuarta e incluso quinta, metaforicamente estamos hablando de esto, del campo emocional, cuarto chackra, el regulador de las emociones, el ser humano en cada época de vida en este espacio tiempo, va elevando su frecuencia evolucionando cada chackra en la conciencia colectiva, al igual que el cuerpo individual y su sistema de chackras, la consciencia colectiva cuenta con el mismo sistema de chakras, desde 2012 dejamos atrás el paso por el tercer chackra para meternos colectivamente en el trabajo de evolución del cuarto, es por eso que aparecen tantas terapias e informaciones sobre la importancia y la unidad de nuestras emociones con el ADN y el cuerpo físico.
Si somos honestos y vemos que nuestra frontera actual está allí, en el campo emocional, entonces vayamos allí a descubrir las emociones, a recuperar la conciencia de ese campo.
Para ello debo abandonar toda idea del pasado acerca de mis emociones, de esa dualidad entre buenas y malas, y abrirme a fusionarlas en unidad, abriéndome a sentirlas conscientemente, sabiéndome el creador de ellas, el que las siente a través de uno mismo, y que soy quien las niega o acepta, negando o aceptando esa parte de mi mismo, lo cual genera conflicto, o Paz.
Ser consciente de esto o no marca la diferencia en tu estado de ánimo, porque no saberlo implica sentir una angustia que nos lleva a querer buscar la felicidad incesantemente, a buscar constantemente el sentido de por qué me ocurre esto o lo otro, el sentido de las relaciones, y a perderme en preguntas que solo generan más preguntas. Esto genera más angustia, porque el encontrar no se halla en la búsqueda, sino en el encuentro.
Estar de pie es estar de pie, estar tumbado es estar tumbado, la búsqueda esta en la búsqueda, el encuentro está en el encuentro, es muy lógico, muy sencillo, tanto que nos da la sensación de humillar a nuestra "inteligencia humana", "no puede ser tan fácil".
Es por esta razón, que en mi experiencia me di cuenta que la sabiduría pasa por deshacer nuestro concepto de inteligencia, y para ello necesito grandes dosis de honestidad, confianza y aceptación, a un nivel tan intenso que la inteligencia humana del pensamiento no puede concebir desde el concepto, ahí donde lo busco todo.
Normalmente en lugar de abordar esta experiencia, la queremos conceptualizar, racionalizar, como preámbulo antes de la experiencia, cuando el abordaje es justo al revés, la experiencia te dará la comprensión, el abordar ese estado emocional de paz, de coherencia, conceptualmente es imposible, porque esa Paz, esa coherencia no es un concepto, es algo que se siente y no es posible alcanzarlo con la explicación, con la descripción verbal. No hay ningún razonamiento que nos acerque a esa Paz que está en ese espacio esencial de nosotros.
Hemos dejado que la acción defina lo que somos, en lugar de que los que somos defina la acción, es por esto que surge la necesidad de producir cosas para sentirnos vivos, y confundimos la vida con el movimiento en lugar de ser la esencia que origina el movimiento.
Cuando hay una apertura al instante, a mirar de frente a la emoción, cada instante que vivimos es completo, esta vivo, este instante piensa que somos felices, si por el contrario nosotros pensamos que no somos felices, entonces nos situamos en oposición al instante, y si estamos en oposición al único instante en el que estamos, entonces estamos en conflicto, es por esto que tenemos la sensación de que la vida pesa, y hay que sufrir en ella.
Cuando vemos esto, hay un momento en el que nos damos cuenta de que el mundo es una proyección de nosotros mismos, entonces decidimos empezar a abordarlo, es un momento que ocurre y empezamos a mirar esa perspectiva honestamente y a hacernos cargo de nosotros mismos por completo. Es cuando vemos que no hay nadie que nos impida nada, sino que nosotros usamos el mundo para impedirnos a nosotros mismos las experiencias que decíamos que el mundo nos impedía.
Hay muchas vidas duras, pero no he visto ninguna vida que no ame completamente al ser que la esta viviendo. ¿Porque no abrirme a amar mi vida completamente? Porque no abrirme a la posibilidad de investigar mi vida en todos sus aspectos, emociones incluidas si esta es mi frontera. Para ello debemos abrirnos completamente a sentir nuestras emociones, estar en ellas, autoindagar esa parte de nosotros, y dejar de tenerles miedo, paradojicamente aceptar plenamente sentir la emoción, es el camino que traspasa la emoción, para fusionarla en la unidad de la consciencia del Ser, es ese espacio donde cerebro y corazón se encuentran y se unen en perfecta armonía.
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