En este plano físico material en el que estamos, o al menos nos parece estarlo, rara vez nos sentimos completos, y es complicado estarlo, me explico, eres un hombre o una mujer, o sea la mitad o una parte de algo mas grande. En este nivel, el anhelo inconsciente de la plenitud (el retorno a la unidad), se manifiesta con la atracción de los polos masculino-femenino, es un impulso natural de unión con la polaridad contraria-complementaria. La raíz de este impulso es espiritual, inconsciente, es la añoranza del fin de la dualidad, un retorno a la plenitud.
La unión sexual es de hecho lo mas cercano que podemos estar en este estado en el plano físico, de ahí que sea la experiencia mas satisfactoria que puede ofrecer este mundo físico en su proceso automático inconsciente.
El caso es que la unión sexual no es más que un atisbo de esa plenitud, ese funcionamiento de piloto automático inconsciente seguirá buscando ese fin de la dualidad en el mundo de las formas, donde no puede encontrarse de esta forma por su funcionamiento de juego de percepción separada.
Es como recibir una pequeña limosna de plenitud, que no permite experimentar eso mas que en ese instante, y al poco se vuelve a encontrar en un cuerpo y percepción separada.
En el aspecto mental la sensación de carencia y falta de plenitud es casi mayor aun que el nivel físico, mientras te mantienes identificado con los pensamientos tienes una percepción de ti mismo derivada de lo externo, de la interpretación subjetiva que le das, las creencias, los éxitos, los fracasos, las posesiones materiales, etc.
La creación del personaje toma el mando, pero el personaje se siente vulnerable, inseguro, miedoso, y utiliza su estrategia inconsciente escogida para funcionar en su vida.
En este punto cuando aparece la relación de pareja, la otra persona, interpretamos que ahí está la respuesta o solución a nuestras carencias, creemos que hay un punto focal que esta por encima de todos, parece que ya no hay desconexión, pues ya hay un punto de anclaje, un centro, la persona amada.
El hecho es que ese centro, está fuera de nosotros, y a ese centro le hemos dado la capacidad de borrar nuestros sentimientos de inseguridad, miedo, carencia y falta de realización. Por lo tanto cuando ese centro no sea o haga o lo que interpretamos que tiene que hacer o ser, todo el conjunto se tambalea como un castillo de naipes, y aparecen de nuevo las sensaciones que habían quedado ocultas, incluso con mas intensidad tras la explosión de lo que interpretaba como amor. Y hacemos responsable a la otra persona, proyectando fuera el propio dolor.
El amor no es un estado de interpretación, que tiene que ser como a ti te gusta, si no no es amor, no es una sensación, es un estado de conciencia, donde hay ausencia de miedo,el amor no tiene contrario.
Las relaciones no tienen la capacidad de inducir dolor por ellas mismas, simplemente sacan a la luz los sentimientos ocultos que hay en ti, es por eso que la maestría de la vida se sirve de las relaciones para mostrarnos todo aquello que intentamos rechazar o negar de nosotros, pero que está ahí, simplemente esperando para ser atendido.
Cuando enfocas tu atención en el presente, en lo que estás sintiendo, lo primero que verás será tu propio dolor emocional oculto, es por esto que nos cuesta tanto estar en el presente, sin darnos cuenta que en la presencia es justamente donde puedo sentir lo que hay en mi y ver lo fácil que es disolverlo, pero tenemos miedo, miedo a sentir lo que somos, lo que hay en nosotros. Es absurdo.
Las relaciones de pareja funcionaran mejor o peor, unas duraran y otras no, es parte del aprendizaje y cada uno elige libremente en cada caso.
Lo que es indudable es la maestría muchas veces oculta que se muestra en ellas, donde aquellos que parecían ser tan negativos para un@, pasan a ser tus maestros. ¿Maestros por que? Porque te muestran aquellos espacios que están en ti, en los que no estas dispuesto a abrirte a vivirlos por miedo a sufrir.